lunes, 11 de mayo de 2009

Gente que conozco y quiero (VI)

Si algo me regaló Madrid, fue conocer a El Lupas (que ya no tiene lupas, porque un día se operó para tener un ojo bien y el otro no, pero para La Chorla y para mí siempre será El Lupas).

El Lupas es un salvaje. Y eso es algo que le hace grande. Pero además, es un tipo brillante, indestructible y muy, muy alto.

Con él pasé algunos de los mejores momentos que viví en Madrid. Por ejemplo:

1. El día que le conocí.
Domingo tarde. La Latina. Estaba con Pirata en Tierra tomando unas cervezas... y ¡chas! Una chica.

Sin perder tiempo, nos acercamos para hablar con ella a pesar de que estaba rodeada por diez tíos. Entre ellos, un chaval que me cayó como el culo porque no paraba de meterse con la chica que tanto nos gustaba. La chica era su prima. Y ese chaval era El Lupas.

Diez minutos después, empecé a pasar de la chica -o sea, ella pasaba de mí- y me centré en "El Lupas". Él era montador. Yo necesitaba un montador para Cinco contra Uno. Y juntos, la liamos...

2. El día de los Goya.

Hace dos años, nos colamos en los Goya. No para ver la gala, sino para beber gratis. Lo que más me sorprendió al entrar fue una estatua de Goya gigante que presidía la entrada. Era algo así...

...y debía medir unos cinco metros. Majestuoso.

Lo siguiente que me sorprendió fue la cantidad de comida y bebida que se necesita para digerir que te dan el premio más importante del cine español. Era un buffet infinito, indescriptible, era como si hubieran decidido alimentar en una sola noche a toda la galaxia: la de Star Wars, la de Star Trek y la de Star Lorza. Que yo creo que es más lo de las lorzas porque allí hay no paran de sacar platos... Y nunca sobra nada. Para eso invitan a Amaia Montero.

Después de que nos echaran a todos del buffet y de que "El Lupas" pusiera firmes a los mozos del guardarropa al grito de "¡¡Pelotón!!", me entraron ganas de orinar (véase, "mear con glamour").

"Lupas, voy al servicio", le dije. Él asintió con su mirada de "ve, ve... (risa maliciosa)".

A pocos metros del servicio, "algo" me hizo dar la vuelta. No sé qué fue, pero siempre le estaré eternamente agradecido a ese "algo". Si no, nunca hubiera visto a El Lupas derribando esa gran estatua de Goya al suelo, en una secuencia digna de esas películas de cartón piedra de la Metro...

Lo que vi, fue algo así...

...y con El Lupas al lado empujando.

Lo mejor fue cuando llegó el segurata.

SEGURATA
¿Qué hace?

EL LUPAS
¿Qué pasa?

SEGURATA
Ponga eso bien ahora mismo.

EL LUPAS
Sí, señor. Ahora mismo.

Y lo puso bien. Lo puso perfectamente bien. Incluso lo apoyó en la pared, pero lo colocó así:


Desde ese día, tenemos una promesa. Cuando ganemos el Goya -porque lo ganaremos, y si no lo robaremos, aunque sólo sea por el juramento- no haremos discurso de ningún tipo. Sólo daremos las gracias, saludaremos al Goya -"¿qué pasa contigo, cabessa?"- y después lo colocaremos así, al revés. De forma mítica. Fabulosa.

3. El día que nos casamos:



Y además, el día que me presentó a L, Testimonios, Celebrities, Mapashito, El señor de los lerus, el día que me contó qué pasaría si la madre de la niña del exorcista, en ese momento en que la niña está dando gritos, dijera "viá serrá er cajón", el día en que supimos que, cuando uno no quiere otra cerveza, no se dice "no quiero cerveza", sino "yo estoy bien", el día que casi nos pega un portero, el día que casi nos pega un portero part II, el día en que nos pegaron unos tíos que no eran porteros... Y, sobre todo, el día que supe que, si El Lupas está allí, siempre querré volver a Madrid.

martes, 5 de mayo de 2009

Dobleces de la vida

El otro día, mi felicidad se expandió como las lorzas de Amaia Montero al encontrarme de bruces -que no son Bruce Willis y Bruce Lee juntos, sino de repente y frente a mí- con este cartel:


¡¡Sí, amigos!! Una familia feliz -¿qué digo feliz? ¡superfeliz!- y un niño que guiña el ojo en plan "¿a que somos guays? ¡tú puedes!".

Me concentré en sus sonrisas y pronto me di cuenta de que no podía dejar de pensar en lo absolutamente maravilloso que era este cartel, en cómo ese blanco impoluto me devolvía la ilusión por encontrar la mujer perfecta, el niño perfecto, un número de teléfono azul... Pero no. Luego me fijé bien y... ¡chas! Una visión me devolvió a la realidad de un duro golpe que todavía me afecta: ese niño no está guiñando el ojo. Básicamente, porque no tiene.

Señores que colocan carteles publicitarios: tengan más cuidado.
Han mutilado una infancia.

lunes, 4 de mayo de 2009

Gente que conozco y quiero (V)

Quiero hablaros de mi amiga T, que no es mi amiga la infusión, sino mi amiga la actriz. Pero actriz de las "raras". Porque T es de esas actrices que da todo en el escenario pero el resto del tiempo se comporta como una persona normal... Sí, amigos, existen.

Con ella me he enganchado a una serie -creo- perfecta: "How I met your mother". En uno de los capítulos, Barney -el follapavas del grupo- le dice a Ted -el no follapavas del grupo- que le ayude a quitarse de encima una tía. Para ello, le pide que, cuando esté con ella, Ted llame al móvil de Barney haciendo "la del hospital".

Definición de "La del hospital": Llamar a un colega para ayudarle a quitarse de encima un ligue. El que recibe la llamada hace como si le llaman del hospital diciendo que su tía o similar está muy enfermo/a, que vaya rápido... El colega sale pitando, con los ojos llorosos. La chica se queda sentada. Y muda. NOTA: Este método puede utilizarse para ligues o para cualquier otra cosa.

El otro día, T y yo hicimos "la del hospital".

T tenía que coger un vuelo urgente al sur de España, urgente para llegar a la Feria, quiero decir. Pero le dijeron que no había sitio en el avión. Ya habíamos acordado que, si eso pasaba, me diera un toque al móvil y la llamaba. Cuando recibí el toque, la llamé... Y bueno, esto fue lo que pasó:

T
(¡¡¡Llorando!!!)
Ayyy... que no me dejan subir... ¿Cómo está la hermana?

EL HOMBRE VERDE DEL ESTE
Te está esperando. Estamos todos esperándote. Ponme con el comandante.

T
(¡¡¡Llorando aún más!!!)
¡No puedo! Está en el avión...

---varios minutos de lágrimas después---

T
(Aún llorando)
¡¡No!! ¡¡No te puedo pasar con...!! Un momento... ¿qué? ah... vale.
Espera, me dicen que van a hablar con el piloto... Ahora te llamo.

Poco después, T llamó desde dentro del avión, conteniendo sus lágrimas. El comandante había accedido a poner un transportín adicional para que se sentara y viajara con ellos. Lo mejor de todo fue lo que dijo la azafata:

AZAFATA
(Hablando con el comandante)
Esta es la chica a la que se le ha muerto su hermana.

T
(Gritando y llorando de rabia)
¡¡Todavía no ha muerto!! ¡¡Está en el hospital!!

AZAFATA
Ay hija, perdón.

Cuando se lo conté a mi amigo capO, lo vio claro: "Qué grande... qué tía más grande". Y sí, T lo es. O lo que es lo mismo, pero en lenguaje Barney: "That was LEGENDARY!!" Ah. Éste es Barney:



TED: No digas "legendario", ¿vale? Eres demasiado liberal con la palabra "legendario".
BARNEY: Vamos a hacer un iglú en Central Park. Va a ser LEGENDARIO. ¡¡Ponte el traje de nieve!!


Y si queréis ver a T, sale aquí.