domingo, 6 de marzo de 2011

Domingo

Domingo. Te levantas y hace sol. Te estiras. Nana te ve y te imita, como si aquello fuera la mejor idea de la historia de las ideas. Porque ella, en esta vida de cinco meses, no quiere perderse nada.

Bebes agua. Dices adiós a un principio de resaca. Sabes que estarás bien. Sales a la calle sin lavar, sin peinar, con un pantalón casi destrozado y en chanclas. Compras EL PAÍS, el ritual. "Sin película, por favor". Encuentras dos amigas en una terraza, compartes con ellas los primeros minutos de la mañana. "¿Dónde vais?" "Al Rastro, a comprar geranios". Las dejas un rato con Nana y compras pan, el mejor pan de Madrid, en la mejor panadería de Tirso de Molina. "Ése, el rústico ése". Vuelves a casa, Nana bebe agua y lo organizas todo para el primer mejor momento del día. Es ahora cuando lees el suplemento (siempre, primero, el suplemento) y desayunas con la calma de un domingo que acaba de empezar. Un domingo soleado y perfecto.

Lees esto y te planteas si poner en Facebook "Yo, de mujer, quiero ser Rosa Montero". Radio 3 sigue sonando, decorando la mañana, y sabes que tras verte otro capítulo de "The Big Bang Theory" seguirás escribiendo esa peli que está revolucionando tu vida... Y que luego, cuando te canses, cogerás a Nana, el long board y os iréis surfear juntos las olas que inundan el Retiro.

Es domingo. Domingo en Madrid. Y hace un sol de escándalo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Mitocondria

Hay días que no apetece actuar. Estás cansado, temes que no venga nadie y, básicamente, te quieres quedar en casa viendo un capítulo de "Band of Brothers", echarte la manta y olvidar.

Ayer era uno de ésos. Y eso que estaba en el Marimba. Es decir, en casa.

Eran las diez y el bar estaba vacío. "Llevamos así varios días, no sabemos qué está pasando", me decían los marimberos. Tal como iba la noche, no iba a tardar mucho en volver a casa, dejarme morder por Nana y recorrer la II Guerra Mundial de la mano de Spielberg.

Y de nuevo, otra vez... Ocurrió.

Llegaron conocidos. Llegaron desconocidos. Y salió uno de esos bolos que te ayudan a recordar que haces esto porque te da la gana, porque te da un subidón de energía... y porque disfrutas.

Dicen que la función principal de las mitocondrias es la de producir energía. Proporcionan el 90 por ciento de la energía que necesita la célula. Ayer necesitaba cuatro raciones de mitocondrias para mantenerme en pie. Menos mal que uno del público se dio cuenta... Y la añadió en la carta.


Gracias, mitocondrias, de parte de todas y cada una de mis células.