viernes, 7 de noviembre de 2008

Señales (I)


Ya comenté aquí mi adicción al número 7.

Ahora estoy escribiendo una peli con un amigo que le pasa lo mismo con otro número: el 17.

Resulta que hemos tenido suerte -aparte de habernos partido los cuernos como unos cabrones, lo que pasa es que eso nunca se ve, laostia- y nos han dado la ayuda del Ministerio de Cultura para escribirla, lo que significa "dinero=tiempo" para dedicarnos a lo que más nos gusta: procastinar.

Como los dos somos unos tipos de esos que ven en todas partes señales y mierdas, flipé bastante con lo siguiente... El día que fui a entregar los papeles para recibir la subvención -una ayuda que nos dará para comer, beber y vaguear unos meses- me dieron, para acceder al lugar, esta tarjeta de visita (ojo al número):



No sé si es una señal, pero la verdad es ésta... Gente, había 9999 posibilidades de que el número fuera otro. ¿Esto significa que la película será mejor? Ni de coña. ¿Que gracias a esta coincidencia del destino y el azar nuestro guión está destinado a saborear las mieles del más rotundo éxito? Ni por asomo. Pero sí que ayuda, porque si no sabes qué escribir y ves que es día 7, cuentas esto.

Y ya.

jueves, 6 de noviembre de 2008

TestYculoS


Siguiendo con la línea escatológica y suicida iniciada en el último post, vamos ahora con un juego.

Se llama TestYculoS y la pregunta de hoy es la siguiente:

"¿Qué es esto?"



a) los labios de michael jackson
b) los labios de la Duquesa de Alba
c) los labios de la Duquesa de Alba en horizontal
d) un apretón sobrehumano (para entender esta opción, véase en vertical).



Y la respuesta correcta es...

...

...

¡¡La D!!

martes, 4 de noviembre de 2008

Cortamiel*

* cortamiel: en guionismo, brotes cómicos que aligeran momentos (o posts) excesivamente trágicos, sobradamente cursis o que, simplemente, ayudan a elevar una audiencia de mierda.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Gente que conozco y quiero (IV)

Ro es Ro, y eso es así.

Es de esas chicas que te gustan desde el principio.

Porque sí, Ro es preciosa, pero tiene un don: siempre se le olvida.

Ahora que estoy de mudanza, sigo encontrando cosas de ella, y eso que me dejó hace ya unostresoquizáscuatro años. Cosas como su bata de Women’s secret, que aún me pongo porque es la única bata de mujer de franela gris. Cosas como el diario que escribíamos juntos –nos turnamos, ¿vale? yo ya he escrito, ahora te toca a ti, y qué pongo, lo que quieras, pues entonces a ti, ¿no?-, cosas como la colección de estrellas que un día me regaló y que duerme encima mía desde hace cuatro ciudades, cosas como las postales que nunca escribimos, cosas como su recuerdo, dividido en tantísimas cajas sin dueño.

Ro no come queso, ningún tipo de queso –¡el de las pizzas sí! ¿y el de la pizza sólo? sólo no me gusta, pues entonces no vale-, es lenta hasta diciendo “hola” –dice holaaa, así, con muchas aes- y por eso siempre discutíamos para ir al cine –que no llegamos, que sí llegamos, pues venga, no me metas prisa, pues voy bajando, eso, vete anda y déjame tranquila, pues te espero, pero venga, date prisa, que no me metas prisa, vale, pues bajo-, a veces te coge el teléfono aunque esté en el baño –qué haces, caca, ostia ro, cuelgo- y si no desayuna segundos después de levantarse es capaz de destruir el planeta.

Y siempre, siempre, está ahí.

El otro día me llamó para decirme eso –tengo que decirte una cosa, ¿el qué? (y este ¿el qué? lo preguntas sabiendo lo que viene, esperando que lo diga y deseando oírlo de una maldita vez y sin querer adivinarlo porque la noticia es suya, es su momento, y no lo quieres arruinar como esa vez hace unostresocuatroaños que te dijo lo mismo, eso de tengo que decirte una cosa, que tú le dijiste: Que estás con E, y ella que se sonroja un poco y te pregunta cómo lo sabes, y tú le dices eso de no sé, Ro, te leo, siempre te leo- ¿el qué? Y ella: pueeeees –así, con muchas es- queeeeee –¡dilo ya, Ro, dilo ya!- que estoy embarazada.

Y la escuchas. Así, feliz, radiante, perfecta, en su sitio, siempre, siempre en su sitio. Y quieres gastarle una broma –¿entonces, eso significa que ya no volvemos?- pero no te atreves porque sabes, sientes, que es su momento, SU momento, y sólo existe ella, y tú para ella, y te callas para escuchar su risa, esa risa de valentíaymiedoalavez, esa risa de niñapequeñaymujerydentrodenadamadre que tanto te encanta. Y luego te dice eso de:

“me alegro de compartir esto contigo”

Y te callas, porque no eres capaz de comprender –está con otro, no está contigo, se ha ido, y no- que a ti te pasa exactamente lo mismo –y yo que lo compartas, Ro, y yo que lo compartas- porque te pasa, vaya si te pasa. Y te sientes liberado porque descubres que aquella chica que te salvó una vez es completamente feliz, ahora. Y tú con ella sin ella. Porque se lo merece, lo necesita, y tú también, a pesar de que todavía no entiendes por qué es tan lenta para todo y no es capaz de coger lo mejor de la pizza y compartir–si es lo mismo, que no, que así no, que sólo me gusta en la pizza- un pan con queso perfecto.