martes, 30 de septiembre de 2008

Los niños de Charlot

Las dos próximas semanas las pasaré en un campamento de cine para chavales. La iniciativa es de un buen amigo y brillante guionista y, si va como esperamos, los chicos aprenderán algo más sobre el cine y, por la misma razón, sobre ellos mismos. Ya una vez hice algo parecido en un colegio de los buenos, de los listos, de esos sin catequesis... Y sí. Que aquél era un buen colegio se notaba por cómo eran los niños: alegres, despiertos, vivos... Yo tuve la suerte de trabajar con ellos. Y el resultado fue esto:

(Que conste que no lo cuelgo aquí para apaciguar mi ego, sino para que todos podáis disfrutar de lo que podríamos considerar ya una de las 100 obras maestras de la cinematografía mundial)

lunes, 29 de septiembre de 2008

Un paro de la hostia

Hace dos semanas me quedé en el paro. Suelo pensar en positivo, así que pensé que era lo mejor que me podía pasar en este momento… Pues bien, ni de coña... Y no por dejar de trabajar. Este parón me encanta, me viene bien, lo necesitaba... Pero también me está matando -literalmente- poco a poco... Lo explico:

La noche que acabé el contrato la pasé comiendo asfalto. Había salido con los colegas a celebrarlo, a despedirnos y tal. La cena fue, cómo decir, estupenda. La compañía, sin duda, por qué negarlo, inigualable. Las risas fueron tantas y tan bellas que embriagaron la taberna de felicidad… Pero luego, volviendo a mi casa, feliz, radiante y algo borracho, me di dos hostias con la bici… Sí, dos.

Pero éste sólo fue el principio del desastre que sobrevenía...

Días después, fui a Madrid. Unos amigos que se alegraban de tenerme por allí de nuevo me invitaron a jugar un partido de fútbol. Yo, encantado. Me sentí como volviendo a casa... A mitad del encuentro, a punto de marcar, me caí y me jodí el dedo. La pelota entró… Y el tendón se salió.

No le di mucha importancia… Me equivoqué.

Una semana después, en Sevilla, pasé por el hospital porque el dedo no se ponía bien. Allí, un señor con bata me dijo que había que operar. El resultado es esto:


En resumen: hilos de metal cosidos con botones y una buena temporada sin tocar la guitarra y, bueno, sin tocar más cosas. Encima la izquierda, la que da un placer especial...

Aun así, me dije que era la oportunidad de centrarme en otras cosas, de invertir todo el tiempo que perdía tocando mi Godin plateada para volcarme de una vez en mi peli y adelantar el guión.

Emocionado, me fui al Festival de Cine de San Sebastián. Era el sitio perfecto para un manco como yo. Sólo había que sentarse a ver pelis y para comer pintxos sólo se necesita una mano.

Allí, no tardé más de una hora en convertirme en "El del dedo". Pero no me importó, es más, me gustó. Llamaba la atención y la gente me acogía con cariño, era un lisiado simpático. Las señoras mayores me reservaban asientos delante del cine porque me veían como un inválido incapaz de sobrevivir sin ellas. Y tenían razón.

Lo que era incapaz de saber entonces es que el último día de la Zinemaldia, dirigiéndome a la gala de clausura engalanado y con una chaqueta impoluta, me pegué un hostión al resbalarme aquí:


Inmediatamente, sin poder moverme, me di cuenta de que me había jodido la rodilla y el codo.

Aun así, fui a la gala, decidido, manco y cojo. Al acabar, aproveché que quedaban un par de horas para la gran fiesta final y cogí un taxi al hospital para una radiografía... Precio del taxi: 8 euros.

En el hospital me pidieron el DNI. No lo tenía encima y la acreditación del festival con mi foto, mi nombre y una tarjeta de crédito sin firmar no eran suficientes para aclarar que yo era el capullo que buscaban. Así que tuve que llamar a un taxi de nuevo, un taxi que me llevó a casa y luego al hospital y que me costó un total de 17 euros. Sin hacer nada, ya me había gastado un total de 25 euros. Aúpa.

Lo mejor fue que, de vuelta al hospital y tras convencer al recepcionista de que mi problema no era el dedo, otro señor con bata me dijo que no me iban a hacer una radiografía ni de coña, que si me podía mover como un pato no estaba tan mal, que me fuera a mi casa. Pero no me fui a casa, claro, sino que fui directo la fiesta, pero esta vez en autobús. Precio total por nada: 26,10 euros.

Al día siguiente, volviendo a Barcelona, en el tren nocturno, a eso de las tres de la mañana, en un compartimento lleno de gente de diferentes tamaños y nacionalidades, una mochila se cayó de lo alto del maletero. Como la mochila no sabía bien donde caerse, y aprovechando que yo dormía con la pata estirada, la mochila fue a parar justo en la rodilla que me reventé la noche anterior.

No fue grave, pero lo vi claro. Era la señal definitiva.

Ya estoy en mi casa de Barcelona. Más tranquilo, pero con pánico a salir.

Esta maldición empezó justo al acabar el curro. Y hasta que no vuelva a trabajar seguirá. Menos mal que el fin de semana que viene tengo trabajo en Madrid, aunque sea por unos días, porque de lo contrario, creo que a este paso no llego a noviembre. Aun así, todavía es lunes. Yo empiezo el jueves… Hasta entonces, me quedaré encerrado entre estas cuatro paredes pendiente de que, durante los cuatro días que me quedan adherido al Inem, a mi vecina no le reviente el butano.

Gags de carretera (I)


miércoles, 17 de septiembre de 2008

A Terrassa, por favor

Ayer acompañé a Marcos a un bolo en Terrassa. Terrasa es un pueblo que está a pocos kilómetros de Barcelona. Nosotros hemos tardado una hora, 174 rotondas y dos peajes... Llamadnos "GPS".

Una de las cosas que más nos ayudaron a llegar al sitio fue esta indicación de un vecino:

Perdone, ¿para la rambla?
Tira todo palante, sortea lo que puedas y prueba.

...y llegamos.

Cinco contra uno

Este fin de semana me voy al pueblo del queso fuerte, Cabra.
Para el que no lo sepa, Cabra está en Córdoba y voy para allá porque ¡¡nos han dado un premio!!

Sí, amigos. Estoy más feliz que Fernández de la Vega en "Cambio Radical". Y además, nos invitan a paella y aprovecharé para acercarme a mi ciudad, para pasar unos días con mi gente, volviendo a recordar que aún existen sitios en este país donde te puedes tomarte una cerveza por un euro.

¿Que por qué nos han dado un premio?
Es verdad. Por esto:

martes, 16 de septiembre de 2008

Hablando de...

Os presento a mi amigo Alí, el camarero más eficiente de Barcelona:

¿No os recuerda a alguien?

(...)

Venga, en serio... ¿no?

(...)

Bueno, una pista:


Ya sí, ¿no?

(...)

¿Tampoco?

(...)

¿Pero es que no tenéis infancia?



Una TIA en Correos

Cosas que pasan.

Esta tarde tenía que enviar un correo urgente. Primero fui a MRW. Allí me dijeron que en MRW no podían enviar nada a un Apartado de Correos. Se ve que la palabra "enviar" y "correos" no la han linkado aún. Así que pregunté:

Oye, ¿sabéis si Correos abre por la tarde?
Yo creo que no.

Pues sí abre, MRW, que me acerqué. Pero ojo a los listos. Esto no significa que la próxima vez que una chica os diga que no se abre, al final se abra. Eso es otra cosa. No empecemos a mezclar las cosas.

Tras el chiste fácil y burdo, sigo.

Llego a Correos con mi pequeño paquete bajo el brazo, feliz porque sólo tenía que esperar diez turnos, y alicaído porque no había ninguna chica guapa alrededor... cuando vislumbré este cartel:

Me acerqué un poco y leí esto:


Yo no sabía qué hacía ese cartel allí, en un sitio que cierra los fines de semana y donde la única seguridad que te dan es que "alomejor" llega lo que mandas "un día de éstos". Pero pronto lo entendí. Porque allí estaba este señor:

Sí, amigos, es Benito Pocino, más conocido como Mortadelo. Este señor es funcionario de Correos cuando no está salvando el mundo. Ahora sí, todo cuadraba. Mi objetivo era conseguir la foto de Mortadelo al lado de la imagen anterior. Iba a ser algo maravilloso. Sería una imagen publicitaria espectacular para este blog y un "smsconfoto" de esos de petarlo... Mi objetivo era hablar con él.

Al principio no sabía cómo entrarle. Pero lo puso fácil.

Mortadelo, aunque ya lo suponéis todos, es un ligón. Había salido un momento de su oficina, y lo encontré hablando con dos chicas guiris explicándoles cómo se sacaba un sobre de una máquina. Por alguna extraña razón, a una de ellas la llamaba "Blancanieves". La chica no entendía nada, así que Benito intentaba traducir al inglés la palabra "Blancanieves" señalando su hombro izquierdo y diciendo "güaits"... Exacto. Benito señalaba su hombro izquierdo porque la nieve era su caspa.

Me adentré en la situación con ánimo simpático y solté en un inglés patético: "Esnouguait. Diles Esnouguait". "Esnúwit?", me espetó. Sin darnos cuenta, las chicas habían desaparecido habiendo dejado una nube de polvo en el aire.

Total, que empezamos a hablar y Benito me preguntó de forma bastante gratuita si yo sabía lo que Edu Soto alias "El Neng" había ganado con Mortadelo y Filemón 2. Le dije que no. Y luego me explicó que él había pedido XXX euros, pero que dijo que no había prisa en que se lo pagaran todo de golpe. Que podían pagarle durante varios años sucesivos. La productora, claro, se negó.

Pero amigos, Benito Pocino es un ser superior, una raza que se ha adelantado al ser humano, así que aprovechó aquel momento para decir que no se arrepentía, que estaba feliz, y que un señor que estaba detrás nuestra se parecía mucho a Santiago Segura. Así que me pidió el móvil.

Intentó hacerle una foto sin que no le vieran y salió esto:


Se supone que es el señor de la camiseta negra. Pero Benito volvió a intentarlo. Y salió esto:


A continuación, me dijo que tenía que comprarme un móvil mejor. Y aprender a hacer fotos al revés. Luego me enseñó su móvil, uno chino y con disco duro. Y volvió a meterse en su oficina.

Y Benito desapareció, pero no sin antes clavar sus pupilas en una rubia que salía del edificio. Y como sabéis, cuando Mortadelo clava sus pupilas en algo, antes siempre llegan su fosas nasales.

Nos hemos dado los teléfonos y hemos quedado para vernos. Espero que rodemos algo juntos. Si algo me ha quedado claro de esto, es que Benito tiene un talento espectacular... Y está muy loco.

Y esa gente mola. Para cuando llegue ese día, intentaré tener un móvil mejor.

Mientras, él seguirá disfrazado de buzón y salvando al mundo en la oficina de Correos.

Sólo por él, he photoshopeado la foto de abajo. Porque el cine español -y quien dice cine, dice series, teatro y por qué no, unos brillantes informativos...- se ha olvidado algo... Como siempre.

Va por ti, Pocino.

37 grados y subiendo

Ayer fue una noche espectacular.
Sólo faltó que viniera mi amiga "La Chorla", pero no pudo.
Otro día os hablo de "La Chorla". Ahora, os cuento lo de anoche.

A eso de las 23 horas llegamos Marcos Mas -ver blog- y yo mismo a un sitio que acaban de abrir en Barcelona. Se llama 37 grados y teníamos actuación. Bueno, la actuación era de David Guapo y su colega Pedro Giménez -un loco espectacular- pero nosotros íbamos a salir un rato con ellos...

Yo llevaba un mes sin actuar, Marcos estaba cansado y Pedro estaba apostando por los cubatas.

Pero al final, salimos todos. Y hubo magia.

Salió un espectáculo perfecto. Básicamente, porque todos -público, currantes, nosotros...- nos lo pasamos de arte. Es una expresión muy de mi tierra: "de arte"... Sería como molt bé al cubo.

Pues eso: los lunes en el 37 grados, a partir de las 23 horas, noches de guasa y micrófono abierto. Historias, chistes, risas, canciones... Y todo por una entrada que se llama "gratis".

No cuento nada más que luego tó se sabe. Os dejo con la intriga esa que os reconcome...
Por allí nos vemos. Y el que viva lejos, que nos cuente qué tal.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Es hora de recapitular

Em... Hola.

Algunos ya lo habréis supuesto, pero por si acaso, despejaré las dudas antes de que os defraude... Pero tranquilos, eso es algo que me reservo para después. Lo que quiero dejar claro antes de nada es esto: "El hombre verde del este" no es mi nombre de verdad. Ya, puede llevar a engaño, pero no lo es. Es un nombre artístico... Y no sé vosotros, pero yo flipo con los nombres artísticos.

Un nombre artístico es algo que se pone la gente cuando piensa que su nombre real no atrae... Y hay nombres artísticos que están de puta madre. Por ejemplo... "Superman". Sí, Superman es un buen nombre porque impresiona, y encima, si vuelas, eres de Krypton y te da cosilla la kriptonita te va perfecto. Si cumples esas tres cosas, es el tuyo. Ahora, si lo que quieres es acojonar, ponte un nombre que no entienda nadie, como "Euríbor"… Es que ese da un miedo que te cagas: "¡¡Que sube el Euríbor!!" Y la gente: "¿¡Por dónde, por dónde!?" Y bueno, luego están los nombres que funcionan tan bien que permanecen, que se quedan siempre... como "Juan Carlos Primero de España". Lo que pasa es que yo creo que para ponerse ese nombre hay que ser un poco tonto...

Aunque os diré que “El hombre verde del este” no era mi primera opción. Qué va. Al principio, quería un nombre con fuerza, con mucha fuerza, y como vivo en Barcelona, rápidamente pensé en llamarme “El Increíble Hulk del Mediterráneo”. Pero luego se quedó en “El hombre verde del este” por un tema de derechos. En concreto uno: que iba derecho a la cárcel. Con lo de Hulk tuve suerte porque lo quité justo cuando se estaba enfadando… Y lo de “Mediterráneo” también tuve que dejarlo fuera. Un día me llamó Serrat y me dijo: “Tío, no puedes poner “Mediterráneo” en tu nombre artístico, es que es el título de una canción mía". Que yo le dije, “pero Joan Manuel, cómo que una canción tuya, tío... que es el mar”... Y me dijo: "pues es como el océano, pero más chico".

Y bueno, poco más... Aquí iré contando las cosas que me van pasando y otras que sencillamente entran en mi cabeza por sorpresa y sin avisar, aunque lo más seguro es que acabe centrándome en lo mejor que se me da en este mundo: las chicas... y, para ser más exacto: fracasar con ellas.

Y ya está por hoy... que empiece el viaje... seguro que, poco a poco, iréis descubriendo el fraude.

Bienvenidos seáis.