lunes, 23 de agosto de 2010

Microcuentos desde agosto (XII)

R fumaba tabaco de liar. Para él, cada minúsculo proceso que conlleva la fabricación de un cigarrillo (sacar el papel, extenderlo, hallar la zona adhesiva, extraer las hebras de Pueblo y colocar el tabaco de modo que forme una línea de 1 centímetro de grosor a lo largo de toda su extensión, girarlo dentro del papel con la presión digital exacta -exacta para darle consistencia y exacta para dejar pasar el aire que, poco más tarde, hará de combustible- situar el filtro sobre su ángulo derecho de visión, lamer la pegatina, pasear por la boca el regusto agridulce que deja la banda de cola y pellizcar la celulosa para darle un último giro a todo el cilindro, ahora sí, perfecto) constituía -como más de uno acaba de comprobar- una delicadísima labor de orfebrería. El día que se quedó sin papel, no tuvo más remedio que dejarlo... Ah. Su boda con S también tuvo algo que ver.

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