jueves, 3 de febrero de 2011

Marimba

El día empezó genial. Con una llamada de mi madre. Ya sabéis cómo es esto, la típica llamada de madre... "hola hijo, qué tal, ¿tienes leche? ¿tienes aceite? ¿tienes novia?". Un clásico. Y algo que me dejó loco. Algo muy, muy bonito: "Cariño, quiero que sepas que un día como hoy, hace 35 años, me enteré de que estaba embarazada de ti". Precioso, ¿eh? Claro, yo estaba emocionado: "Y qué tal, mamá, ¿cómo fue, qué sentiste, cómo se lo tomó papá, dónde fuisteis a celebrarlo?" Luego no sé qué pasó, pero se cortó. Y claro. Como mi madre no es de dejar las conversaciones a medias, dejé avanzar el día esperando su llamada. Y llegó la noche... Y así, el Marimba.

Y vinieron todos. Sí, sí, todos los que fueron. No faltó nadie que no fuera.

Y salió un bolo precioso. Y otro cuento espectacular.


Gracias, de verdad. Es un regalo contar con esas risas, esas miradas...
Sólo faltó la llamada de mi madre.
Pero yo creo que está al caer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

preciosooooooo....qué bonita la llamada de tu madre....
tienes que escribir de ese momento!