jueves, 27 de enero de 2011

Gente que conozco y quiero (VIII)

Siempre lo he dicho: "No, no me veo capacitado para tener un perro ahora... Un perro es mucha responsabilidad. Un perro no". Por eso, llevo dos meses compartiendo piso con Nana, una perra.

Nana vivió sus primeros días en un contenedor de basura. Cuando la encontré, pensé que el dueño había cometido un salvaje error. La había metido en el de envases. Lo peor es que Nana no lo ha superado aún y ahora destroza todo lo que está hecho de plástico: bolsas, globos, Cher... Y, sobre todo, botellitas de agua vacías. Hay botellas tan atemorizadas que, para no ser atacadas, se han rellenado de agua solas.

Aunque es verdad que no la encontré yo. La encontró una amiga mía muy hippie y la rescató. Bueno, a Nana... y al resto de sus hermanos. El día que la dio fue muy bonito. Como mi amiga es muy bohemia, hicimos el ritual de entrega en La Tabacalera. Allí me dijo que Nana "tiene un corazón en el pecho". Se ve que, en el vocabulario hippie, "tener un corazón en el pecho" significa "tener una mancha de color diferente al resto del perro".

Eso sí. El nombre me vino a la cabeza al momento: "Nana". Y a la gente le encanta. Me lo dicen constantemente: "Qué bonito... Nana... como las canciones de cuna..." O: "Qué mona... Nana... como la perra de Peter Pan". Claro, a ver cómo explicas luego que se llama Nana porque es el nombre de la protagonista de "Vivir su vida", de Godard, una película sobre una puta.

Pero es verdad que es una responsabilidad. Antes de comer tú, piensas en que coma ella. Nana tiene una aspiradora en el estómago que sólo la enciende para comer. Absorbe la comida con tanta fuerza que hay días que, entre sus heces, he encontrado a un vecino.

Es que lo más difícil de tener un cachorro es educarle. Pero Nana aprende, poco a poco. Le pongo periódicos en un sitio de la casa para que pueda hacer allí sus necesidades... Y ahora, Nana sigue haciendo pis donde quiere, pero ha aprendido a escribir editoriales.

Lo que sí es verdad es que es toda una experiencia. Es casi como tener un bebé. Porque cuando tienes un perro te alegras de todo lo que hace. Ayer, me dijo una amiga: "Mira, mira, ha ladrado". Bueno, es una perra. Lo increíble hubiera sido que cantara un gol del Barça.

Porque a Nana no le gusta el fútbol. Dice que un deporte sin morder no es deporte. Pero si hay algo que no le gusta, es el invierno. Es más, lo detesta. De ahí que haya decidido destruir todo lo que tenga que ver con él, como abrigos, calcetines, guantes. Ah. Y si cuelga, como las bufandas, mucho mejor. Espero que no le pase igual con el verano, porque siempre he sido aficionado al nudismo.

Pero no todo es jauja. Ojo. A veces nos peleamos... El otro día le grité: "¡No, Nana! ¡Ahí no! ¡Ya te he dicho que no! ¿Pero es que no me entiendes cuando te hablo?" Nana se me quedó mirando un rato seria, muy seria; y al día siguiente escribió un editorial sobre el maltrato.

Ahora, Nana duerme en su sillón favorito. No sabe que estoy escribiendo esto, y mucho menos que lo va a leer gente que ni siquiera la conoce, pero creo que a estas alturas está completamente desprovista de pudor. De hecho, siempre va desnuda. Y sólo espero que, cuando la casera lo sepa, comprenda que Nana ha visto amaneceres desde un cubo de basura, desnutrida, maloliente... Y hoy es la reina de una buhardilla en Lavapiés.


3 comentarios:

Arlette Torres dijo...

bella!

Marta dijo...

Sí que se da un aire a Anna Karina, sí. Qué bonita tu vida en Madrid, chacho. ;)

gameradas dijo...

Jooooooo, qué bonito!!!!! Y qué guasa tienes escribiendo, maricón! Mencantas!!! Y eso, yo también quiero poner a una Nana en mi vida!!! Besotes